En una situación dolorosa, inexplicable o justificada, donde se siente una disminución notoria en la calidad de vida, particularmente en el estado anímico, que impide realizar normalmente las actividades cotidianas, afectando incluso el sueño y las relaciones interpersonales, tal vez lo más difícil es: saber qué hacer.
En un momento donde se pierde el rumbo y hasta el ánimo de vivir, donde el sentimiento de soledad y vacío invade el ser, se complica mucho ver una salida, mucho más si desconocemos que existe verdadera ayuda profesional al alcance de nuestras manos, con gente especializada en ayudar a superar estos problemas.
Me dediqué a investigar esta ayuda y pude recolectar valiosa información en una clínica de neurociencias, donde entrevisté a varios pacientes con diferentes afectaciones durante tres meses. Luego hice un seguimiento por más de un año y encontré que la ayuda integral es la mejor. No es hacer una competencia entre un profesional y otro, no se trata de algo comercial, a pesar de que estudiamos también para tener un sustento; se trata de ayudar a las personas a tener una mejor calidad de vida.
A qué me refiero: apoyo emocional, mental, físico y espiritual. Esto lo encontré justamente en cuatro profesionales: una coach, una psicóloga, un psiquiatra y un sacerdote.
Esto influyó también en la preparación profesional que me interesó más, porque a mi parecer es la que más me sirvió personalmente.
Compartiré una parte de la experiencia sobre cómo me ayudó cada profesional y los datos principales que recolecté en mi investigación:
La Coach:
Algunas de las técnicas que pude aprender en base a la intervención de la Coach y de mucha preparación profesional particular, son Coaching, Programación Neurolingüística, Time Line Therapy® e Hipnosis, Niño Interior, Constelaciones Familiares, Ciclo de trabajo para cambios profundos (Pensamiento, Emoción, Acción), Anclajes, entre otras.
La Coach, en un corto plazo me ayudó a encontrar y sanar heridas abiertas, sin necesidad de que yo le contara mis problemas en detalle, utilizando técnicas concretas.

La Psicóloga:
Tuve un par de Psicólogas y cada una tenía sus propias técnicas.
La una, era conversar y tratar de entrar en razón, pero no me pareció efectiva, porque cómo se puede razonar con alguien que no encuentra sentido a su propia vida.
La otra tuvo mejor técnica: representar visualmente los días buenos y días malos, con estrellitas y caritas enojadas en un calendario, como se calificaría a un niño; esta técnica junto a otras, me ayudó a ver la realidad e incluso llevar estadísticas.
La segunda también tuvo mucho interés en algunos temas que le había planteado y estuvo muy abierta a investigar y además me remitió a un Neuropsicólogo para complementar mi tratamiento y descartar posibles trastornos.


El Psiquiatra:
Pude analizar cinco Psiquiatras. El primero me recetaba medicamentos genéricos en diferentes combinaciones, que también fueron muy efectivos y además se tomaba el tiempo de analizar mi situación.
El segundo me dio un diagnóstico y medicación certera con un solo vistazo, tan bien, que me cambió drásticamente la vida; pero luego se volvió comercial y se tomaba apenas 10 minutos por $60 para extenderme medicinas costosas patrocinadas por las farmacéuticas.
El tercero, cuarto y quinto, son tres cubanos que vinieron en convenio con el gobierno a trabajar en el seguro social, pero ya que los cubanos no podían ser invitados a los congresos médicos de las farmacéuticas más reconocidas del mundo, realmente están muy desactualizados en temas de medicamentos y enfermedades o trastornos, así que lamentablemente tenían un desconocimiento profundo de los últimos avances, que para ellos simplemente no existen y se cierran siquiera a investigar.


El Sacerdote:
Tuve la suerte de encontrar un Sacerdote con conocimientos de Psicología, de la Orden de los Carmelitas Descalzos, que generalmente son muy cultos y estudiosos, no solo en ámbitos religiosos, sino en aspectos dedicados a la ayuda espiritual profunda. En ningún momento aplicó algún tema religioso, sino que lo manejó desde lo espiritual. Y debo ser sincera, fue quien más me ayudó.
Sin ser yo una persona que asiste a la iglesia regularmente, este Sacerdote maravilloso supo hacerme encontrar las causas, el camino y las soluciones.
Una vez que yo hube comunicado los hallazgos del Sacerdote a los demás profesionales que mencioné, todos ellos quedaron asombrados y tomaron una vía mucho más precisa para ayudarme. Sentí una sanación del alma, para quienes creen en su existencia.

Ya queda a criterio de cada uno, no solo la investigación de su situación particular, sino de la elección de los expertos que guiarán su camino, atendiendo a sus credenciales, su reputación y sobre todo el progreso que sientan en cada sesión profesional.
A veces en una simple sesión se puede sentir mejoría, sabernos respetados, que nos han comprendido, que nos escuchan, que han visualizado nuestro problema, que logramos empatía para que puedan ayudarnos.
Todos somos diferentes y por tanto debemos estar abiertos a que diferentes tratamientos funcionen en nosotros.
Sobre todo, debe primar el respeto entre las diferentes profesiones y la aceptación de las habilidades y preparación que tiene cada uno, ya que todos apuntan al bienestar y mejor calidad de vida de las personas, sin tanto debate por la competencia de “clientes”, con ética profesional y confidencialidad para con cada persona que acude a nosotros.
Simplemente recomendaría hacer un tratamiento integral, buscando ayuda en todos los campos que tenemos disponibles para encontrar la ayuda que cada uno necesite.
¡No te rindas! Tienes mucha ayuda a tu alcance.

Referencias
Real Academia Española. (2018). Diccionario de la lengua española. Obtenido de Real Academia Española: https://dle.rae.es/
Por: Redacción Selecta Magazine