Cuando Anita vino por primera vez a mi consultorio, me dijo que, según su médico, estaba a punto de morir. Tenía neumonía aguda y desnutrición severa; el uso constante de drogas ilegales había afectado su circulación sanguínea y tenía poca movilidad en sus extremidades; no tenía fuerza para resistir el tratamiento de varias infecciones y tenía muchas heridas nuevas y viejas, así como una depresión inexorable. Después de unos meses de tratar a Anita, las notas iniciales de su médico parecen ser las de otra persona: deprimida, abusada, traumatizada, suicida, deteriorada, adicta... Ahora me pide que comparta su historia…